La historia del cirio, lo que cuenta el humano y lo que cuenta su ADN

Escrito por Josué Jacob Martínez-Noguez y Francisco Javier García-De León

El cirio (Fouquieria columnaris (Kellogg) Kellogg ex Curran) es una de las especies endémicas más emblemáticas en el Noroeste mexicano. Este longevo árbol puede llegar a vivir más de 100 años, ¿puedes imaginar las cosas que ha pasado durante su vida?, ¿las culturas que le vieron, los climas y desastres naturales que le han afectado? ¿Qué dirías si te dijera que en la actualidad podemos asomarnos un poco a la historia de esta enigmática y valiosa planta de nuestro México?

Esto es posible y hay distintas formas para hacerlo, primero bajo las fuentes históricas que dejaron los primeros colonizadores durante el siglo XVIII en las californias (Península de Baja California, México, y California, E.U.A.), quienes mencionan sus encuentros ante estos árboles de apariencia poco común. Además, en la actualidad, gracias a que permanece el legado de algunos grupos indígenas, podemos acceder a los mitos que forman parte de su cosmovisión y que incluyen a esta especie.

Por otro lado, la planta misma puede contarnos su historia. Las herramientas genéticas modernas nos permiten abordar el reto de desentrañar la intrincada y enigmática historia de las especies, donde mediante el uso de los distintos genomas celulares (nuclear, mitocondrial y cloroplástico), podemos acceder a información que nos habla de eventos históricos por los que ha pasado. Por ejemplo, la filogeografía es una rama de la genética que estudia la historia y distribución de linajes genéticos, en el caso de las plantas, se basa principalmente en el uso del ADN de cloroplasto (ADNcp), molécula orgánica que acumula mutaciones cada cierto tiempo, lo que permite el uso de herramientas como el reloj molecular que son algoritmos matemáticos con los que podemos deducir el tiempo en el que un linaje comenzó a diferenciarse del grupo ancestral, brindando una resolución que permite entender eventos históricos que han afectado a una especie.

Además, en la era de la genómica podemos acceder a otro tipo de marcadores como los SNPs (Single Nucleotide Polymorphisms), que son variaciones de un nucleótido en el genoma que nos brindan la capacidad de acceder al estudio de la genética poblacional, dándonos un panorama de las características biológicas más contemporáneas por las que están pasando las especies, tales como reconocer a nivel genético diferencias y parentescos entre un individuos, además de darnos la oportunidad de develar los mecanismos más importantes de las poblaciones como los sistemas de apareamiento, polinizadoras, el tipo de dispersión de la semillas y la conectividad poblacional.

Ahora que hemos identificado algunas fuentes que pueden darnos información de la historia del cirio, permítenos contarte un poco de lo que se cuenta del cirio hasta hoy.

 

Lo que cuenta el ser humano

El cirio tiene formas increíblemente variables y únicas que han llamado la atención de las distintas culturas y asentamientos humanos que le han conocido, incluso llegando a formar parte de la cosmovisión del hombre y dejando en algunos casos narrativas que ameritan ser conocidas. El grupo de indígenas mexicanos de los seris en Sonora, lo reconocen como un árbol sagrado que no hay que cortar o dañar, ellos lo llaman «cototaj» y sus leyendas resaltan que estos árboles fueron gigantes que precedieron a los hombres seris, y que durante una gran inundación subieron a los montes intentando escapar de las aguas, pero al no conseguirlo, comenzaron a soplar intentando que las aguas retrocedieran y lo hicieron hasta quedar convertidos en árboles. Hoy en día se dice que, si uno se acerca y toca un cirio, un fuerte viento soplará.

En 1751, el padre Fernando Consag, durante sus viajes misioneros a la península de Baja California, se encontró junto con su comitiva con estos árboles a los que los cochimíes de la región nombraban «milapa», árboles altos, derechos y con pocas ramas, los cuales terminaron nombrando como «cirios» por el parecido con las velas de cera que utilizaban en sus ceremonias religiosas, siendo este uno de los nombres comunes de mayor uso en español, hasta el día de hoy.

Fotografía: Francisco Javier García-De León.

 

La historia que nos cuenta la filogeografía

El cirio se distribuye en el desierto de Baja California, pero también se le puede encontrar en parches aislados en San Francisco de la Sierra y en el complejo volcánico de las Tres Vírgenes en Baja California Sur, además de estar presente en la isla del Golfo de California Ángel de la Guarda y en una pequeña área en Sonora.

Mediante el ADNcp, se ha buscado comprender los linajes que conforman esta distribución y explicar los eventos históricos que le han moldeado. Se encontró que el cirio está conformado por cuatro linajes distintos, uno perteneciente a Sonora y tres dentro de la península de Baja California, uno en el norte peninsular, otro en San Francisco de la Sierra y otro en el volcán Tres Vírgenes. La hipótesis más parsimoniosa indica que esta estructura se constituyó por la formación del Golfo de California (datado entre los 8.2 a los 6.2 Ma), aislando el linaje que se encuentra en Sonora del linaje peninsular. Dentro de la Península también hubo eventos que terminaron aislando a la biota regional, por ejemplo, la actividad volcánica del complejo de las Tres Vírgenes (≈1 Ma) que pudo limitar el flujo genético, ahuyentando polinizadores de largo rango como los colibríes, y/o la apertura de la vía marítima transpeninsular (≈1 Ma), la cual es un evento vicariante hipotético que se ha utilizado para explicar la diferencia de las biotas peninsulares del norte con las del sur, y que en el cirio terminaron diferenciando los linajes de San Francisco de la Sierra y de Tres Vírgenes.

El ADNcp también brinda información sobre la demografía histórica de las especies, y para el cirio, se detectó que hace 16 400-20 600 años, la especie pasó por periodos donde sus poblaciones disminuyeron considerablemente. La fecha estimada de estos eventos está asociada a los tiempos donde los efectos del Último Máximo Glacial en la península se hicieron presentes, reduciendo las áreas con climas adecuados para el cirio y confinándolos a sitios de refugio para los cuatro linajes del ADNcp. Esto fue así hasta que entre los 7 000-15 000 años atrás, nos cuenta el ADNcp que la región comenzó a entrar en el periodo interglaciar donde el cirio encontró áreas más propicias en climas que fueron más parecidos al actual, por lo que tuvo la oportunidad de colonizar nuevos espacios hasta conformar la distribución que tiene actualmente.

 

Autor: Josué Jacob Martínez-Noguez.

La historia que nos cuenta la genética poblacional

La floración del cirio consta de inflorescencias color amarillo-crema, con pétalos reducidos acompañados de una fragancia dulce que le permite la visita de polinizadores no especializados, entre ellos diversas especies de abejas y, en menor medida, la visita de colibríes.

Sus semillas, al ser planas, delgadas y poseer un ala, son arrastradas y se dispersan por el viento. Además, la altura de los cirios, al medir más de 15 metros, ayuda a que las semillas sean atrapadas y transportadas por corrientes de aire; sin embargo, el ala es proporcionalmente más pequeña que la semilla, lo que afecta el vuelo y no permite que se aleje mucho de la planta madre. Este tipo de características biológicas influyen directamente en la diversidad genética poblacional de la especie.

Mediante el uso de SNPs, se evaluó la diversidad y estructura genética del cirio para develar escenarios más contemporáneos de las interacciones biológicas, resultando parcialmente concordantes con los linajes del ADNcp, donde Sonora y Tres Vírgenes hoy en día representan sitios diferenciables del resto de la distribución genética de la especie, probablemente por el grado de aislamiento histórico y contemporáneo al que han estado sometidos.

Autor: Josué Jacob Martínez-Noguez.

Además, se encontraron valores positivos de consanguinidad en las poblaciones causados, probablemente, por dos razones: una por los polinizadores que al ser en su mayoría abejas, favorecen la polinización local, mientras que los colibríes al ser visitantes ocasionales hacen que el flujo génico entre poblaciones distantes sea menor. Otra razón es que la especie es autocompatible, lo que quiere decir que tiene la capacidad de que los óvulos sean polinizados por sus propios granos de polen; sin embargo, es probable que este fenómeno sea raro, debido a la estructura de la flor, aunque este efecto podría explicar los niveles de endogamia que se detectaron.

Fotografía: Francisco Javier García-De León.

También se observó que el aislamiento de la población de Sonora es parcial, ya que existe flujo génico en la dirección de Sonora hacia la península de Baja California, esto causado por polinizadores como el zumbador canelo (Selasphorus rufus) que viaja desde Sonora a través del Golfo de California hasta Baja California en sus patrones migratorios, lo que podría estar auxiliando al transporte de granos de polen de un lugar tan distante hacia otro en la especie. En el área peninsular, el cirio muestra un patrón de aislamiento por distancias, este fenómeno puede explicarse por la limitada capacidad de dispersión de las semillas que no llegan a alejarse a gran distancia de la planta madre, favoreciendo que los organismos genéticamente relacionados se encuentren geográficamente cercanos y que los geográficamente lejanos sean menos semejantes genéticamente.

Toda esta información nos habla de la capacidad histórica de la especie para enfrentar los sucesos que han incidido en la región, a la vez que nos permite entender mejor a la especie, lo que debería ayudar a guiar las acciones para la conservación, evitar la pérdida de su diversidad y salvaguardar la biodiversidad en esta especie icónica, ya sea por el atractivo visual e histórico que ofrece o por la relevancia ecológica.

 

 

Para Saber más:

CONABIO-CONANP. (2009). Cirio (Fouquieria columnaris). Fichas de especies mexicanas. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad y Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, México, D.F. https://xdoc.mx/documents/sinonimos-idria-columnaris-kellogg-1860-fouquiera-columnaris-5e1cd1461c022

 

Humphrey, R.R. (1974). The Boojum and Its Home. Idria columnaris Kellogg and Its home. University of Arizona Press.

 

León de la Luz, J.L. y Coria-Benet, R. (1992). Flora Iconográfica de Baja California Sur. Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S. C., México. https://cibnor.repositorioinstitucional.mx/jspui/bitstream/1001/1212/1/FLORA%20ICONOGRAFICA%20DE%20BAJA%20CALIFORNIA%20SUR%201992.pdf

 

Josué Jacob Martínez-Noguez. Estudiante de Doctorado en el Uso, Manejo, Preservación de los Recursos Naturales en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste.

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Francisco Javier García-De León. Investigador líder del Laboratorio de Genética para la Conservación en el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste.

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