Dr. Cuauhtémoc Sáenz Romero

Escrito por Horacio Cano Camacho / Roberto C. Martínez Trujillo

Obtuvo la licenciatura en Biología en la Universidad Autónoma Metropolitana – Xochimilco (Ciudad de México), Maestría en Ciencias Forestales en la Universidad  Autónoma  Chapingo (Chapingo, Estado de México), y el  Doctorado en Forestería, orientado al mejoramiento y genética de plantas, en la   Universidad de  Wisconsin-Madison (USA). Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores nivel III y del Grupo de Trabajo sobre Recursos Genéticos Forestales, Comisión Forestal de América del Norte, FAO. Realizó estancias sabáticas en el Servicio Forestal Canadiense en la ciudad de Quebec, y en el Instituto Nacional de Investigación Agronómica (INRA) en Burdeos, Francia.

Es Profesor Investigador del Instituto de Investigaciones Agropecuarias y Forestales de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo (UMSNH), en donde realiza investigaciones científicas desde hace 20 años. Algunos de sus proyectos de investigación han brindado resultados sobre la variación genética adaptativa, isoenzimática de pinos de Michoacán, como Pinus oocarpa, P. michoacana, P. hartwegii y P. pseudostrobus, encaminados hacia el mejoramiento de las reforestaciones y la conservación de los bosques de coníferas de Michoacán

Ha publicado 8O artículos arbitrados indizados sobre mejoramiento genético forestal, variación genética de caracteres cuantitativos con valor adaptativo entre poblaciones de especies forestales e impactos potenciales del cambio climático en especies forestales.

  

¿Qué investigaciones realizas y cómo llegaste a estudiar sobre el cambio climático en cuestiones forestales?

Estudié Biología en la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco e hice un servicio social con la modalidad de tesis con un estudio de la regeneración de poblaciones de Ceiba parvifolia, un árbol de selva seca, con producción en vivero por semilla y mediante raíces engrosadas. Esto me llevó a trabajar en la Secretaría de Agricultura y Recursos Hidráulicos, en Zacatlán de las Manzanas, en Chignahuapan, Puebla, lugar donde hay silvicultura muy importante de Pinus patula, un especie de rápido crecimiento, realmente donde inicié con estudios forestales. Después, en mis estudios de maestría en la Universidad Autónoma de Chapingo, continué en el área de Ciencias Forestales especializándome en Mejoramiento Genético Forestal, y me formé como Doctor en Ciencias en la Universidad de Wisconsin (Estados Unidos de América), trabajando variación de poblaciones de especies forestales. En el año 2000, me incorporé como profesor investigador en la UMSNH, iniciando investigaciones con Pinus oocarpa, una especie de pino que crece a bajas altitudes como de 1100-1200 m, que por cierto, al presentar los resultados de estos estudios en un congreso, un profesor me cuestionó sobre el clima –y, desde ahí me introduje al tema del cambio climático-, desarrollando a partir de entonces, investigaciones sobre la influencia del clima en la variación de las poblaciones de especies forestales.

 

Nature, una de las revistas científicas más prestigiadas en el mundo, publicó un artículo que luego fue retomado por la prensa en forma de reportaje sobre una de las investigaciones en que participas, referente a la mariposa monarca y al problema altitudinal con los árboles oyameles ¿Cómo va este asunto?

Antes de entrar a la cuestión técnica, quiero destacar la portada de ese reportaje periodístico. Ahí está don Pancho, don Francisco Cruz, aparece regando árboles de oyamel --que le llevamos nosotros-- en un vivero rústico en su casa en la comunidad de La Mesa en el Estado de México, en la orilla de la Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca.

La autora de este reportaje capturó el componente humano de este asunto: sin una persona como don Pancho no es posible cambiar el manejo forestal. Son necesarios actores locales como él, con gran conciencia ecológica, inteligentes para resolver problemas prácticos, para sortear dificultades para la gestión comunitaria en los ejidos y muy honestos.

Esto también implica para nosotros un reto importante, hacer divulgación, porque sin conciencia ecológica en la ciudadanía no van a cambiar las cosas. Así es que estoy muy complacido con ese reportaje referido a las tareas que hicimos allá con el doctor Arnulfo Blanco y los alumnos Alain Carbajal y Esmeralda Navarro, entre otros.

También hemos colectado semilla en un gradiente altitudinal dentro de la Reserva de la Biósfera y en el cerro de San Andrés, donde hay árboles de oyamel (Abies religiosa). Hemos producido planta en vivero que la plantamos a una altitud mayor que la de su origen, justamente para medir esa cuestión de su capacidad de sobrevivir a temprana edad -que es cuando son más susceptibles al clima presente-, y se adapten al clima futuro.

Esto fue una idea de los doctores Arnulfo Blanco y Roberto Lindig de la Facultad de Biología (UMSNH) y del Instituto en Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad (UNAM, Campus Morelia), respectivamente, que consiste en usar las plantas nodriza, o sea arbustos locales que sirven como una cobertura protectora para las plántulas. De manera que plantamos oyameles de altitudes diferentes bajo la sombra de arbustos y fuera de esa sombra. Los arbustos ya estaban ahí en centros de reforestación, en un sitio perturbado por incendio desde hace 25 años, donde no hay plena regeneración.

Generalmente decimos “vamos a dejar que la naturaleza opere cuando hay incendios, pues ella recicla los nutrientes”, pero la verdad es que está el componente humano como la tala legal e ilegal, el pastoreo, el ecoturismo, que llevan entre otros efectos, la erosión en los caminos. Entonces, la naturaleza no puede actuar como debería y por eso debemos de implementar proyectos de reforestación.

En nuestro caso, esa reforestación inició en ese sitio donde hace 25 años hubo un incendio, dejando áreas sin árboles o con muy pocos árboles, debido a que año con año ha sido reforestado y se ha fracasado en gran medida. Entonces, lo que se hizo fue plantar bajo los arbustos, arbolitos de oyamel, consiguiendo óptimos resultados: la supervivencia de árboles bajo arbustos es de entre el 80 y 90 %, y fuera de los arbustos, después de año y medio a tres años y medio de plantarlos, es solamente de 15%, una abismal diferencia entre plantar bajo sombra y fuera de la sombra.

 

¿Es importante la procedencia de la semilla para plantar esos árboles? Y ¿Ese proceso puede tener una consecuencia directa en la conservación de la mariposa monarca?

Plantas que fueron originadas de semillas colectadas metros más abajo y se cultivaron 400 m más arriba, mostraron una supervivencia alta al cultivarlos bajo los arbustos, igual que las plantas de semillas locales. A esta metodología la denominamos migración asistida protegida. Las plantas se producen vía vivero, se replantan y se les cubre con un manto protector contra temperaturas extremas tanto en época de secas como en invierno.

Hay mucho interés de Canadá, Estados Unidos y México, por lo que existe un fondo tri-nacional para financiar vía Organizaciones No Gubernamentales (ONGs) como apoyo a comunidades para la producción de planta, importante en el manejo de una reserva. Pero en mi perspectiva, hay tres medidas centrales que deben de realizarse: una es la vigilancia, para evitar el saqueo de madera de manera ilegal; la segunda, el ecoturismo, como una fuente de ingreso alternativo que le quita presión a la gente para que no corte madera; una tercera es la reforestación, pero si lo reforestado tiene una supervivencia del 15%, esta medida puede resultar un poco cara.

En nuestras propias plantas en experimento, estamos viendo como mueren de febrero a la primera parte de mayo, que es cuando ocurren importantes porcentajes de mortalidad, tanto por heladas como por sequía.

 

En tus investigaciones en torno a la mariposa monarca, un símbolo muy importante para Michoacán y nuestro país ¿Con qué grupos de investigación estás interactuando?

Los principales colaboradores en México son los que ya mencioné, el Dr. Arnulfo Blanco y el Dr. Roberto Lindig, y del extranjero, nuestra guía de manejo está en la provincia de Columbia Británica, en la costa del Pacifico de Canadá. Allá tienen ya muy avanzada la migración asistida, a tal punto que tienen un sistema en la web, donde un silvicultor que se propone reforestar su predio y da “clic” para ubicarse en el mapa de la computadora, le aparece una lista de la semilla disponible en los lotes de los bancos de semilla del gobierno provincial, lotes que ya contemplan la migración asistida, es decir, la semilla disponible siempre tiene un componente de migración asistida. Son los más avanzados en el mundo.

Por otra parte, durante el año 2009 en Oaxaca hubo un congreso de la Sociedad Americana de Recursos Forestales, donde me tocó traducir la ponencia del Dr. Tom Ledig -quien ya falleció-, un genetista muy famoso, quien ha contribuido a la comprensión de la variación genética de las coníferas mexicanas. Él dijo en aquella ocasión «En el futuro, los bosques que tengamos sanos van a ser bosques plantados».

Esta afirmación me impresionó muchísimo, al traducirla me sorprendió. Me pareció una afirmación muy radical, pero viniendo del Dr. Tom Ledig pensé que siendo él, el mayor conocedor de la variación genética de las coníferas mexicanas, seguramente tenía razón. Y ahora estoy mucho más convencido. En Columbia británica están transitando en esa dirección, ya que están plantando de manera comercial y cotidiana mediante la migración asistida.

 

Al respecto de las reservas naturales ¿cuál es su situación actual y sus perspectivas?

Hay reservas naturales tanto en Canadá como en México, y ¿qué está pasando en las reservas naturales? Con algunos colaboradores del Grupo de Trabajo de Recursos Genéticos Forestales de la Comisión Forestal de América del Norte, organismo de la FAO, en una visita al Nevado de Colima, un volcán de gran altitud en nuestro país con más de 4,000 metros, me impresionó el grado de deterioro de los bosques de Pinus hartwegii, una especie de pino que crece a mayores altitudes, entre 3000 y 4000 m, deterioro que principalmente es debido a la presencia de un escarabajo plaga, que conocemos como descortezador, que penetra bajo la corteza y sus larvas hacen túneles que dañan y matan el tejido vivo de los árboles.

 

Esto es para reflexionar…

Sí, es para reflexionar, de qué sirve tener reservas naturales si la idea de preservar lo que es natural se está deteriorando a gran velocidad, ya que la propia larva también está sufriendo los efectos del cambio climático, creciendo a estas altitudes, quizás donde antes no estaba. En estudios realizados por los doctores Víctor Hugo Cambrón Sandoval y EK del Val, entre otras personas, un proyecto en el que colaboré financiado por la Comisión Nacional Forestal (CONAFOR) y el CONACYT, con trampeos altitudinales del descortezador se documentó que este escarabajo va hacia mayores altitudes, aparentemente con una mayor reproducción.

Esto se relaciona con lo que expliqué al inicio, que de febrero a mayo por el clima tan seco, los árboles se van estresando cada vez más y al debilitarse, dejan de tener la capacidad de defenderse del escarabajo, incluso esos árboles son susceptibles a otras enfermedades y a los incendios.

 

¿Qué debería estudiar un joven para “entrarle” a estos temas y cuáles fueron tus estudios iniciales?

Las disciplinas cercanas son la biología y las ciencias forestales, o sea la ingeniería forestal o la agroforestería, que es la combinación de un poco de biología y ciencias forestales.

Como mencioné al principio, soy biólogo, pero mis primeros trabajos fueron en el distrito forestal de Zacatlán de las Manzanas, Puebla. Mis compañeros de trabajo eran ingenieros forestales, de quienes entendí qué hacen y la manera en que piensan. Puedo transitar en cierta manera de la lógica de los biólogos a la lógica de los ingenieros forestales, que a veces es opuesta o complementaria.

Ahora, por mi parte tengo muy claro cuál es el manejo forestal adecuado que necesitamos en las áreas naturales protegidas como la Reserva de la Biósfera de la Mariposa Monarca y la del Nevado de Colima. Por ejemplo, los árboles del bosque afectados por el descortezador en el Nevado de Colima, hay que cortarlos para detener los brotes de esa plaga, con la idea de hacer un manejo activo con una fuerte intervención humana, evitando la inacción ¿vamos a dejar que la naturaleza opere? ¿vamos a sacar al humano de las reservas?

 

¿Pero cuál es el contexto?

Lo normal en la atmósfera son 260 ppm de bióxido de carbono (CO2) y estamos con 415 ppm, esto indica que el equilibrio ecológico está destruido a nivel planetario, se requiere de una acción humana importante para ayudar a la naturaleza, en lo que ella ya no puede hacer. Por ejemplo, hacer que las plantas de oyamel recién reforestadas en la Reserva de la Biósfera sobrevivan los calurosos meses de abril y mayo ¿Qué hay que hacer? ¡Darles una sombra!

En relación a la pregunta de qué deben de hacer los jóvenes ante este problema, en mi opinión no esperar todo del gobierno, la respuesta está en Don Pancho, actores locales que con cierto consenso comunitario pueden hacer las cosas diferentes, un buen ejemplo es el manejo que se hace en la Comunidad de Nuevo San Juan Nuevo Parangaricutiro. Los jóvenes no deben solo esperar cuántas y qué plantas puede darles las instituciones del gobierno, ellos pueden producir plantas propias y mi recomendación es muy simpe -si van a reforestar un sitio de nuestra ciudad Morelia, 1900 metros de altitud, obtener semilla de sitios de 300 m menos de altitud, quizás ya no de la especie de pino que tenemos a esta altitud como P. michoacana, sino de árboles de selva seca como Ceiba parvifolia y acercarse a expertos para saber que otra especies usar para reforestar-. La colecta de semillas debe de hacerse en sitios donde la temperatura sea 1.5°C más alta que el de referencia, de hecho, pueden consultar sitios en la web donde se especifique el clima presente y futuro para conocer la temperatura de ciertos sitios.