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Si los microorganismos se estresan, ¿son los malos del cuento?

Escrito por Víctor Meza-Carmen y Martha Isela Ramírez-Díaz

ARTÍCULO

Si los microorganismos se estresan, ¿son los malos del cuento?

Víctor Meza-Carmen y Martha Isela Ramírez-Díaz

 

 

Resumen

La naturaleza es un verdadero campo de batalla cuando se trata de la adquisición de los preciados y escasos recursos; esto incluye al ser humano. En el caso de los microorganismos, combinan diferentes estrategias para adquirir y utilizar las diversas fuentes de alimento y energía. Cuando dichas fuentes abundan, los microorganismos pueden coexistir con otros en armonía, pero cuando los recursos escasean, hay pocos nutrientes o son de menor valor energético, o el ambiente se vuelve hostil, por ejemplo, por la presencia de metales pesados, de antibióticos, de agentes oxidantes, entre otros, los microorganismos que vivían en armonía pueden reorganizar toda su maquinaria metabólica para ajustarse a las nuevas condiciones de su entorno.

Palabras clave: Estrés, metabolismo, microorganismos, supervivencia.

 

RECIBIDO: 11/02/2024; ACEPTADO: 03/07/2024; PUBLICADO: 22/09/2025

 

¿Cómo reacciona un microorganismo ante un cierto tipo de estrés?

En el proceso de reorganización, cuando los microorganismos se encuentran ante un tipo de estrés, toda su maquinaria metabólica se ajusta a las nuevas condiciones de su entorno, consiguiendo resistencia a los diferentes tipos de estrés, entendiendo el estrés como el cambio brusco y agresivo en el medioambiente en donde están creciendo estos microorganismos.

Este cambio es percibido por cada microorganismo como una potencial amenaza a su supervivencia. Por lo tanto, el microorganismo afronta el estrés modificando ciertos aspectos fisiológicos, como modulando la estructura y la composición de las membranas celulares para mantener su integridad y fluidez, además de modificar las actividades de los transportadores de membrana para controlar el transporte de nutrientes y de iones. Sin embargo, algunas modificaciones pueden afectar la forma en cómo el microorganismo crece, e incluso pueden aumentar la producción de moléculas que ocasionan daño a otros organismos.

Este cambio fisiológico por parte de los microorganismos a las nuevas condiciones en donde están creciendo, lo hacen con el único propósito de sobrevivir a la presencia de estos agentes estresores. En consecuencia, en algunas ocasiones, con tal de protegerse, los microorganismos llegan a producir moléculas que hacen daño a otros organismos vivos, incluido al ser humano.

Puedes imaginar que, mientras lees estas líneas, en nuestro cuerpo están conviviendo en armonía (sin causarnos daño) microorganismos potencialmente patógenos, es decir, que pueden ocasionarnos alguna enfermedad o daño. Para tratar de explicar, sabemos que en la naturaleza las relaciones buenas/beneficiosas o malas/perjudiciales, no son ni eternas ni tan claras como uno pensaría. Por supuesto, existen microorganismos cuya única interacción con nosotros es perjudicial y nos generan enfermedades, por ejemplo, Vibrio cholerae, la bacteria causante del cólera, o Plasmodium falciparum, el parásito causante del paludismo. Con ambas enfermedades hemos convivido por milenios, pero los avances en la medicina han contribuido a disminuir las muertes provocadas por estas enfermedades.

 

Entonces, ¿cuándo un microorganismo puede o no causarnos daño?

Para contestar esta pregunta, te hablaremos primero de esos otros microorganismos que exhiben una interacción ambigua con el humano, esto es, a veces nos causan daño y en otras ocasiones conviven en armonía con nosotros. Un ejemplo es el hongo llamado Candida albicans, que en la mayoría de nosotros está presente, principalmente en las mucosas, como las de la boca, de los genitales, e incluso en el intestino. Sin embargo, Candida no causa ningún problema para la mayoría de las personas con las que convive, es un inquilino neutral, aparentemente, ya que vive a expensas de nosotros, pero no le causamos un problema ni él a nosotros. Pero hay que tener en mente que Candida habita en nuestras mucosas con otros microorganismos, como algunas bacterias que mantienen a raya la población de Candida, es decir, existe un tipo de control poblacional entre estos microorganismos.

Pero el problema ahí está, ya que en ciertas situaciones, como el uso exagerado de antibióticos, cambios hormonales (especialmente en mujeres), o el uso inadecuado de jabones no apropiados para uso en mucosas genitales, se pueden generar cambios en la población de bacterias de las mucosas, conduciendo a la eliminación o disminución de las bacterias benéficas que mantenían en control a Candida, dejando el camino libre para que este hongo aumente su población y, por ende, genere algunas molestias como la candidiasis genital. Es entonces cuando puede causarnos daño.

Existen otros microorganismos que pueden llegar a nuestro cuerpo y pasar desapercibidos, sin generar daño, pero si se encuentran con un paciente con enfermedades como la diabetes descontrolada (cetoacidóticos), los microorganismos pueden ocasionar daño. En comparación con una persona sana, estos pacientes producen una mayor cantidad de moléculas inestables que contienen oxígeno, llamadas especies reactivas de oxígeno, que reaccionan fácilmente con otras moléculas de la célula. Estas moléculas oxidantes, además de generar daño al paciente que las sobreproduce, también generan un estrés oxidante a ciertos microorganismos, los cuales, para sobrevivir, aumentan la producción de enzimas que neutralizan el estrés oxidativo, pero, a su vez, estas enzimas ayudan a los microorganismos en la evasión de sistema inmune del paciente, lo que aumenta la agresividad de los microorganismos. Y de nuevo, es cuando nos causan daño.

Otro ejemplo, son algunas especies de Salmonella, bacterias causantes de la salmonelosis, enfermedad que se caracteriza por la aparición brusca de fiebre, dolor abdominal, diarrea, náusea y vómitos que, en respuesta a alguna condición de estrés, son más perjudiciales o dañinas para el huésped, debido a que producen dos proteínas llamadas SpvB y SpvC, con las que aumentan su virulencia, es decir, la capacidad de la bacteria de causar daño. Estas proteínas también son producidas cuando la bacteria se encuentra en un ambiente con limitación de nutrientes, sugiriendo que la habilidad de Salmonella para sobrevivir en condiciones con limitación de nutrientes, influye directamente en la capacidad de virulencia de la bacteria permitiendo persistir en el huésped.

Como podrás darte cuenta, los microorganismos también pueden atravesar por periodos de estrés, pero a pesar de ser tan pequeños, en comparación con el humano, cuentan con habilidades que les permiten sobreponerse y afrontar este tipo de situaciones, aunque para ello tengan que convertirse en los malos de la historia.

 

Víctor Meza-Carmen. Profesor e Investigador del Instituto de Investigaciones Químico Biológicas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.

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Martha Isela Ramírez Díaz. Profesora e investigadora del Instituto de Investigaciones Químico Biológicas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Morelia, Michoacán.

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