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Los recursos zoogenéticos comprenden la diversidad de animales y que contribuyen a las necesidades humanas proporcionando carne, leche y productos lácteos, huevos, fibras, ropas, recursos para el alojamiento temporal y permanente, estiércol como fertilizante y combustible, fuerza de arrastre, ayuda para la caza y bienes comercializables.

La relación entre el hombre y los animales se originó desde el neolítico: al mismo tiempo que se inventó la agricultura se desarrolló la cría y domesticación de animales herbívoros, abandonando así la dependencia de la caza para su alimentación y vestido.

La domesticación de cabras, cerdos y ovejas ocurrió aproximadamente en el año 7000 a. C. y la del ganado vacuno en el 6000 a. C., y se han identificado al menos 12 centros importantes de domesticación de estos animales. En América por ejemplo, el guajolote fue domesticado por algunas culturas prehispánicas alrededor del 700 al 200 a. C.

A través de miles de años de migración humana, de comercio, de conquistas militares y de colonización mundial, el ganado fue movilizado a nuevas regiones agroecológicas, culturales y tecnológicas.

En un inicio la selección natural y artificial, y el cruzamiento con poblaciones de otros centros de domesticación provocaron una gran diversidad genética, sin embargo, a principios del siglo XIX el incremento de la movilización de animales reproductores y la aparición en Europa de los mal llamados programas de “mejoramiento genético” (porque no es tal) enfocados en el ganado ovino (ovejas), bovino (vacas) y caprino (cabras), llevó a la selección y cría de poblaciones de animales con características productivas especiales como la alta producción de leche, alta reproducción y calidad de carne por ejemplo, a los que se definió como “razas puras”. Hemos de aclarar que actualmente se ha establecido que las “razas puras” son variedades domésticas generadas por la manipulación humana y que desafortunadamente son altamente endogámicas.

El concepto de “raza pura” no tiene significado biológico y debe sustituirse por el de “variedad doméstica”, la cual es una población artificialmente seleccionada que se mantiene como una isla genética por el criador, evitando que los genes fluyan de un acervo genético a otro dentro de la misma especie, un proceso que permite mantener los rasgos productivos de la variedad pero que en términos biológicos lleva a una pérdida de diversidad genética.

Continuando con el aspecto histórico, también se crearon lo que se definió en su momento como “razas sintéticas”, producto de cruzas entre “razas puras” de Europa y del sur de Asia, es decir se cruzaron diferentes variedades domésticas, lo cual debió favorecer la diversidad genética.

Durante el siglo XX la movilización mundial de estas variedades domésticas y el desarrollo de nuevas cruzas tuvo un éxito productivo en lugares como África, EUA en América y Australia. Pero no todo es tan maravilloso como parece, actualmente debido al desarrollo de nuevas tecnologías reproductivas que facilitan la movilización de material genético y a la posibilidad para controlar los ambientes de producción independientemente de la localización geográfica, la transferencia de material genético a nivel internacional ocurre a gran escala, tanto dentro del mundo desarrollado como en los países que están en vías de desarrollo. Este proceso se ha centrado en pocas variedades domésticas generando graves amenazas para la diversidad genética de los recursos zoogenéticos mundiales, la más importante es la marginación de los sistemas de producción tradicionales (generalmente conocidos como de traspatio) y de las variedades domésticas locales asociadas.

Otras amenazas graves a los recursos zoogenéticos son las enfermedades epidémicas y los desastres de varios tipos (sequías, inundaciones, etc.), particularmente en el caso de variedades domésticas poco numerosas y concentradas geográficamente. Son los pequeños agricultores, los pastores y sus comunidades, quienes mantienen los recursos zoogenéticos como componentes de sus culturas, sistemas económicos tradicionales, paisajes y ecosistemas. Estas mismas comunidades se encuentran bajo amenaza y la carencia de políticas gubernamentales las hace cada día más vulnerables, como muestra el botón señalamos la pérdida de ganado que debió ocurrir por la sequía que se está sufriendo en las regiones del norte y centro de México actualmente. El efecto de la globalización, la presión demográfica, el cambio de prácticas culturales, la introducción indiscriminada de “razas mejoradas” de ganado, en un intento de los gobiernos por estandarizar los sistemas productivos y homogenizar los usos de los animales, desconociendo la función social, cultural y estructural de estos recursos, han minado poco a poco la diversidad genética y ponen en riesgo su existencia misma.

Es tal la importancia de esta amenaza, que en 2007 la Organización Mundial para la Agricultura y Alimentación (FAO) estableció un plan de acción mundial sobre los recursos zoogenéticos y presentó la Declaración de Interlaken (Suiza) en donde se establecen las responsabilidades y estrategias para la conservación y aprovechamiento sustentable de los recursos zoogenéticos, constituyendo un plan de acción obligatorio para todos los países firmantes, México, entre ellos.

Desafortunadamente, en nuestro país se carece de un plan de acción al respecto. Parece incluso que, además de desconocer por completo el tema, se soslaya y desprecia por no sonar tan glamoroso o interesante. El estudio de los recursos zoogenéticos está mal visto en el medio científico, no existe una sociedad científica o una red de investigación abocada a investigar de manera organizada y coordinada, y los sistemas de financiamiento a la investigación no consideran como prioridad la conservación y uso sustentable de los recursos zoogenéticos.

Los especialistas en conservación, quienes se supone que entienden de su importancia, no atienden este tema por considerarlo un “asunto de veterinarios” y estos últimos, al desconocer aspectos fundamentales de genética de la conservación, también lo ignoran y promueven involuntariamente la erosión genética de la biodiversidad. La zootecnia que se maneja en nuestro país, incluso promueve la eliminación de animales “no puros” y la estandarización de los sistemas productivos con criterios económicos exclusivamente.

 

La declaración y plan de acción de Interlaken, establece como parte de su estrategia, el desarrollo de políticas nacionales y regionales para descubrir y describir los recursos, establecer núcleos de conservación y reproducción, programas de mejoramiento, etc. Sin embargo, lo que tenemos es una política de gobierno que continúa desarrollando programas de “mejora genética” a través de la introducción de “razas puras” compradas a los países desarrollados, que mantienen además de la dependencia económica, la amenaza hacia nuestra biodiversidad local.

Es indispensable que tanto la población en general, así como los productores, el gobierno y los científicos entiendan que estos animales representan un fondo genético indispensable para la conservación de la biodiversidad en México y que los sistemas de traspatio requieren urgentemente de proyectos de investigación y desarrollo de tecnología que le den solidez como un componente estratégico del desarrollo local.

María Guadalupe Zavala Páramo Es Doctora en Ciencias, Profesora-Investigadora titular del Centro Multidisciplinario de Estudios en Biotecnología, Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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