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El lago de Cuitzeo, localizado en el estado de Michoacán, México, guarda en su fondo evidencias de un impacto extraterrestre (materiales no creados en la tierra), que data de finales del Pleistoceno, hace entre 12,700 y 11,500 años, específicamente de un periodo llamado el Younger Dryas o Dryas Joven. Esto se pudo descubrir gracias al hecho de que, al igual que muchos lagos en Michoacán, Cuitzeo mantuvo una capa de agua que protegió todo lo que ingresó y se depositó en su fondo. Sucesivas capas de distintos materiales fueron sepultando vestigios más antiguos, conservándolos en una suerte de cápsula del tiempo.

Los restos de meteoritos se encuentran entre los materiales más exóticos que pueden ingresar a los cuerpos. En México son numerosos los sitios donde han caído estos materiales; el ejemplo más notorio fue el meteorito que se impactó en la península de Yucatán hace 65 millones de años, formando un cráter de 10 km de diámetro que ahora está cubierto en parte por las aguas del mar.

Se cuenta con evidencias de la existencia un periodo de gran cambio climático en la tierra hace entre 12,900 y 11,500 años, en ese tiempo se interrumpió el calentamiento que dominaba en el periodo post glacial para dar lugar a un severo enfriamiento que persistió por alrededor de 1,300 años. Este periodo se ha denominado Younger Dryas, o Dryas Joven, porque estar caracterizado por una gran floración de una especie llamada Dryas octopetalus que sustituyó a la vegetación arbórea que poblaba los bosques antes de su aparición. Este brusco cambio a nivel mundial ha sido previamente asociado a los ciclos de precesión del eje de giro de la Tierra, llamados ciclos de Milankovich, o bien a la desestabilización de los hielos de la Laurentidae que generó un cambio en los patrones de circulación marina y atmosférica y, por lo tanto, del clima a nivel global.

Se considera que la causa del cambio climático hace 12,900 años fue un objeto o lluvia de impactos cósmicos (meteorito, cometa u otro objeto) que colisionaron con la tierra a alta velocidad modificando completamente el paisaje que hoy observamos en las cuencas lacustres y catalizando la desestabilización del clima. Esta teoría, propuesta por un grupo de investigadores en el año 2007, sugiere que se extinguieron 35 especies de mamíferos y 19 géneros de aves y numerosas plantas, lo que produjo una gran reorganización ecológica. La connotación más importante es que este impacto pudo haber contribuido a un descenso de las temperaturas y a un decremento en la flora y fauna a nivel mundial.

El objeto cósmico de varios cientos de metros en diámetro, presumiblemente se fragmentó en varios millares de rocas ricas en metales pesados como níquel, hierro e iridio. Estas partículas entraron a la atmósfera a través de varios frentes de choque con la atmósfera a velocidades superiores a 20 km/segundo. No se observa la presencia de un cráter ya que este material se impactó con la tierra con un ángulo muy bajo.

Además de la alta velocidad, alta presión y oleadas termales expansivas, producto de la detonación aérea, se produjo una onda de choque. La onda expansiva generó una hipoxia (deficiencia de oxígeno) y literalmente, desplazó y levantó el agua de los lagos y a la mayoría de los seres vivos, además de fundir sedimentos, de los mismos depósitos superficiales, en su radio de influencia.

La combustión sucesiva generó grandes cantidades de carbón y hollín. Estos materiales extraterrestres pudieron también ocasionar un aumento en los niveles lacustres por un corto periodo. Finalmente, una nube de polvo y agua cubrió la atmósfera produciendo el descenso de la temperatura de más de 7 grados por alrededor de 1700 años.

Hay varias evidencias que nos ayudan a determinar la presencia de materiales extraterrestres, provenientes del impacto de un cometa o asteroide que se observan en los depósitos finos de materiales de la tierra. La característica más común es su forma, ya sea esférica, en forma de gota con una ornamentación dendrítica o en forma de gajos o parches que es atípico de un producto derivado de vulcanismo. La segunda característica es la presencia de nanodiamantes que no son más que diamantes muy pequeños. Los nanodiamantes se forman por efecto de las altas presiones y temperaturas generadas durante el impacto que convierten el grafito de la tierra en nanodiamantes con estructura hexagonal.

Las evidencias de este evento estuvieron sepultadas por miles de años en el centro del lago de Cuitzeo y se observaron a través del estudio detallado de un núcleo de 27 metros de sedimentos extraído previamente. El hallazgo fue accidental, a través de la observación con un microscopio de abundantes restos de polen y de diatomeas en los materiales de este núcleo .

Previamente, los investigadores que estamos participando en esta investigación en proceso, habíamos notado algunos cambios bruscos en la diversidad de la comunidad de algas, lo cual nos sugirió que algún fenómeno importante se había presentado. Entre otras cosas, notamos que comunidades de diatomeas pasaron de flora de aguas bajas, y relativamente transparentes, a flora de aguas profundas. En uno de los estratos observamos un nivel de carbón de casi 10 cm de espesor. Se contaron casi 2055 esferas por kilogramo ricas en macropartículas de carbón, y nanodiamantes de simetría hexagonal, que no se encuentran ni en el estrato de arriba ni de debajo de este nivel marcador. Esta cantidad es de las más grandes encontradas en los sitios donde se observa el límite del Younger Dryas en el mundo.

Estas asociaciones mineralógicas no se asemejan a ningún proceso terrestre conocido. Hemos comparado las esférulas extraterrestres con aquellas encontradas en materiales volcánicos y además con posibles esferas producto de escorias de actividad industrial, encontrando que son diferentes tanto en su mineralogía como en sus estructuras típicas de enfriamientos rápidos. Nuestra conclusión es que las esferas encontradas a varios metros debajo del suelo del lago de Cuitzeo no pueden ser semejantes a aquellas de origen volcánico o derivadas de procesos industriales. En conclusión, ninguna de estas comparaciones se asemeja a lo que observamos; estos marcadores son únicos e irrepetibles y finalmente encuentran asociada una biomasa carbonizada con nanodiamantes que únicamente se han observado en materiales de origen extraterrestre, por lo que consideramos que este hallazgo es otra evidencia de este evento.

Sin la rigurosa investigación de este grupo multidisciplinario Internacional que incluye a la Dra. Gabriela Domínguez, especialista en polen, al Dr. James Bischoff, especialista en geoquímica, así como la experiencia de investigadores de la Universidad de Osaka y otras de Estados Unidos, no habríamos tenido la oportunidad de observar este importante evento que el lago ha preservado para nosotros.

La Dra. Isabel Israde Alcántara es especialista en estratigrafía y paleoambientes. Realizó su doctorado en estratigrafía en la Universidad de Milán-Italia, especializándose en el análisis de diatomeas en la Universidad de París Sud.

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