DE CEREBROS A CEREBROS

Escrito por Horacio Cano Camacho

Seguramente a todos nosotros, hombres o mujeres nos queda la sensación de que la otra (otro) no nos comprende o nosotros a ella (él). Como si hubieran cosas que miramos de manera muy diferente. Ellas son reflexivas, hacen cálculos, son cuidadosas. Nosotros somos impulsivos, hacemos las cosas y después lo pensamos... En fin, que todo mundo hemos observado diferencias.

¿Pero estas diferencias son biológicas o culturales? Durante mucho tiempo se pensó, con toda la carga de misoginia, que las mujeres eran “hombres limitados en su desarrollo”, como si su desarrollo fuera “imperfecto”. Y se pretendió encontrar argumentos en los logros de ambos sexos. Por ejemplo, la carencia de mujeres campeonas en el ajedrez, ese juego tan sofisticado y elegante era cosa de hombres. ¡No había campeonas mundiales de ajedrez! Hasta que un experimento involuntario demostró la falacia del argumento del ajedrez: Las hermanas Polgár, dos chicas húngaras educadas en casa y entrenadas en este juego se convirtieron en poderosas competidoras y grandes maestras del juego, demostrando que la carencia de campeonas se debía no a una incapacidad genética sino a la falta de acceso de las mujeres a esa disciplina. Lo mismo ha pasado con todas las actividades en que las mujeres no destacaban: la razón es la exclusión no la capacidad...

La ciencia se ha encargado de mandar al basurero tales concepciones. Para un observador atento, existen diferencias en el cerebro de mujeres y hombres, pero esas diferencias eran vistas, como ya lo dijimos, como “evidencia” de un desarrollo menor. Ahora sabemos que hombres y mujeres compartimos un genoma “casi” idéntico. Más del 99% de la secuencia de ADN es igual. Sin embargo, estas pequeñas diferencias, menores al 1% son determinantes. Estos genes están involucrados en la percepción, emociones, cuidados maternos, sensibilidad, placer…

El cerebro masculino es un 9% más grande, pero esto no refleja ninguna diferencia en la capacidad mental, puesto que el menor volumen del cerebro femenino obedece a una mayor densidad celular y más compactación para caber dentro de un cráneo más pequeño. Es decir, por el número de células y conexiones neuronales, la parecer el cerebro femenino en más grande, pero más condensado...

Una diferencia clara es la producción de ciertas sustancias, entre neurotransmisores y hormonas, que ayudan a percibir el entorno, responder a los cambios ambientales y moldear lo que definimos como conductas femeninas y masculinas. Esta química tiene diferencias y es específica de los cerebros masculinos y femeninos. Durante el desarrollo embrionario se activan genes, tanto en el cromosoma X como en el resto (llamados autosomas) cuya función será “apagar” o “encender” la expresión de otros genes determinantes de la condición masculina o femenina. Los hombres poseemos dos cromosomas sexuales (el par XY), mientras que las mujeres el para XX. Los genes del cromosomas X son determinantes para la condición femenina, pero los determinantes de la condición masculina no están en el cromosoma Y, sino que son autosómicos. Esto significa que los hombres tenemos los determinantes femeninos, pero las mujeres también poseen los determinantes masculinos.

Ya dijimos que hay genes cuya función es apagar los genes de su contraparte, conduciendo a un proceso de feminización o masculinización del cerebro. Y estos genes darán las diferencias reales entre los cerebros de mujeres y hombres.

Sobre todo esto nos hablan los dos libros que ahora recomendamos en Saber más. Se trata de “El cerebro femenino” (ISBN 9788490067253) y “El cerebro masculino” (ISBN 9788498679694), ambos de Louann Brizendine, una psiquiatra y doctora en ciencias norteamericana. Estos libros, escritos de manera muy dinámica y entretenida nos aportan las claves científicas hasta ahora conocidas, para explicarnos cómo piensan las mujeres, los hombres y los niños.

Louann Brizendine nos propone un viaje muy interesante a la anatomía, la fisiología, la química y la genética de estos órganos fundamentales. Y los hace con dos textos entretenidos, llenos de anécdotas, pero con una muy rigurosa y seria información de cómo desarrollamos, sería de cómo nace y se desarrollan los cerebros de ambos grupos, qué significan las diferencias, cómo desarrollamos conductas “típicas”, la orientación sexual y todo ello que nos hace mujeres u hombres… Lean estos dos libros, se llevarán enormes sorpresas.

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