¿ES MORELIA UNA CIUDAD SEGURA CONTRA SISMOS?

Escrito por José Manuel Jara Guerrero y Manuel Jara Díaz

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Los recientes temblores ocurridos en la República Mexicana con epicentros en Guerrero, Sonora y Michoacán y percibidos en varias ciudades del país, nos recuerdan que México es un país altamente sísmico. No obstante el avance en el conocimiento de estos fenómenos, los temblores siguen generando grandes pérdidas humanas y económicas en el mundo, debido en parte, a que poco se ha avanzado en las labores de prevención, especialmente en países como el nuestro.

México ha tenido a lo largo de su historia daños importantes y pérdidas de vidas humanas en diversos sitios por la ocurrencia de temblores. Uno de los más recientes que originó la pérdida de miles de vidas y grandes daños a construcciones de la Ciudad de México fue el temblor del 19 de septiembre de 1985. El temblor dejó como evidencia la vulnerabilidad que tienen, en mayor o menor grado, las construcciones que realizamos con adobe, tabique, concreto y acero. Eventos como éste no son extraños en México, en los próximos años se espera un gran temblor en las costas de Guerrero, cuya magnitud tiene una alta probabilidad de ser muy grande.

Con frecuencia la gente se pregunta si la experiencia acumulada en las últimas décadas, a través de los daños sísmicos observados en diferentes partes del mundo, proporciona alguna información que permita reducir la vulnerabilidad de las estructuras ante los terremotos. En cierta medida la respuesta es sí, entonces ¿por qué se siguen presentando tantos daños sísmicos en el mundo? Lo primero que habría que considerar son las estadísticas de pérdidas humanas y económicas como función del lugar donde ocurre el terremoto.

Veamos, por ejemplo, dos casos relativamente recientes: en marzo de 2011 ocurrió un fuerte terremoto en Japón con magnitud de 9.0 que causó la muerte de más de 15,000 personas y pérdidas económicas de más de $200 mil millones de dólares; por su parte, en enero de 2010 se originó un temblor en Haití, con magnitud 7.0 que causó la muerte a más de 200,000 personas y pérdidas económicas de más de 14 mil millones de dólares. Un temblor de magnitud 9 libera alrededor de 1000 veces la energía de un temblor de magnitud 7 (por la relación exponencial entre energía y magnitud sísmica), lo que significa que se requerirían 1000 temblores de magnitud 7 para liberar la energía de un temblor de magnitud 9. En este contexto, veamos las diferencias entre ambos temblores: el número de vidas humanas perdidas fue 13 veces mayor en el temblor de Haití y las pérdidas económicas en Japón fueron de sólo 14 veces las del temblor de Haití, no obstante la gran diferencia en energía liberada por el temblor de Japón. Respecto a la pregunta formulada, se observa que dos terremotos ocurridos en la misma época tienen consecuencias muy distintas relacionadas con el lugar donde se origina el evento sísmico.

En la actualidad persisten aún grandes incertidumbres respecto a la magnitud de los temblores, su localización, la forma en que se mueve la corteza terrestre y la manera en que se mueven los edificios al temblar. Esto justifica parcialmente el porqué se presentan grandes pérdidas económicas por la ocurrencia de terremotos, más no justifica las variaciones tan importantes en el número de personas que fallecen por estos fenómenos entre un país y otro. Entonces, en este contexto, ¿qué esperaríamos en ciudades como Morelia, Michoacán, México con un terremoto importante, que se parezca a Japón o que se asemeje a Haití?

Primero, debe señalarse que aunque el temblor de septiembre de 1985, con magnitud de 8.1 y con epicentro en las costas de Michoacán, no produjo daños en la ciudad de Morelia, éste es sólo un evento sísmico. La historia sísmica del país muestra claramente que existen otros temblores originados de forma distinta al temblor de Michoacán que han causado daños importantes en ciudades del interior como Morelia. Tal es el caso de un temblor ocurrido en 1858 en el que se dañó la Iglesia de San Agustín, la Catedral de Morelia, la Basílica de María de la Salud de Pátzcuaro, Michoacán, México entre otras construcciones. Un aspecto importante es que fue en Morelia, Pátzcuaro y poblaciones cercanas donde se registraron los principales daños en todo el país, lo que muestra que ciertos tipos de temblores ocasionan daños en zonas específicas.

La forma más equivocada para convivir con los movimientos telúricos es crear una seguridad ficticia de una región en particular; muchos temblores destructivos se asocian con la falsa seguridad creada en los habitantes y autoridades de una población ya sea porque se desconocía la existencia de daños en temblores previos, porque en temblores con características distintas no se habían producido daños, por no contar con registros sísmicos para estimar la intensidad de temblores anteriores, o bien, porque había transcurrido mucho tiempo sin temblar.

Los desastres sísmicos en el pasado dejan varias lecciones: por un lado se debe invertir mucho más en contar con más equipo y personal para registrar los temblores en los distintos suelos de las ciudades y en las estructuras. Esto es fundamental para mejorar el conocimiento sísmico que reduzca las todavía grandes incertidumbres en el fenómeno. Por otro lado, se han identificado desde hace varias décadas estructuraciones deficientes desde el punto de vista sísmico que desafortunadamente se siguen construyendo en muchos lugares que incluyen a la ciudad de Morelia.

Es responsabilidad de las autoridades evitar que se construyan edificios con estructuras identificadas como sísmicamente deficientes y es responsabilidad de los ingenieros y arquitectos permanecer actualizados. Estos dos aspectos son fundamentales para entender la gran diferencia entre el número de personas heridas y fallecidas en los temblores de Japón y de Haití.

Considerando todo lo anterior ¿cuál sería entonces la respuesta a la pregunta que titula este artículo? Por un lado se hacen esfuerzos considerables por investigadores de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo para mejorar el entendimiento de los fenómenos sísmicos mediante la instalación desde hace más de una década de instrumentos de medición en la ciudad de Morelia. Como resultado, se observa que los suelos de la ciudad se mueven de manera diversa dependiendo del tipo de suelo y de aspectos topográficos. No se mueve igual, al ocurrir un temblor, el terreno de Ciudad Universitaria que la loma de Santa María.

Por otro lado, desafortunadamente existen y se siguen construyendo un gran número de estructuras en la ciudad, claramente identificadas en diversos lugares del mundo como sísmicamente deficientes ante la aparente inobservancia de las autoridades.

Es mucho lo que debe hacerse para mejorar la seguridad sísmica de Morelia y evitar pérdida de vidas humanas y daños considerables que impactarían muy fuertemente a la sociedad moreliana. No debemos dejar la situación a la fortuna o al destino, los actores para que esto se logre son las autoridades municipales, los profesionales de la construcción (ingenieros y arquitectos) y la población civil.

José Manuel Jara Guerrero y Manuel Jara Díaz Profesores de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.

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