¡YA VIENE EL HURACÁN!

Escrito por Ek del Val de Gortari

El ser humano siempre ha vivido sorteando y aprovechando los embates de la naturaleza, de otra forma no seguiríamos en este planeta. De manera empírica, por medio de ensayo y error hemos aprendido cómo sobrevivir ante los cambios en el clima y los fenómenos naturales, y este conocimiento se ha trasmitido de generación en generación. 

Así las comunidades de la costa saben que cuando se retira el mar deben subirse a los cerros porque es probable que venga un tsunami e inunde las zonas bajas cercanas a la costa y la gente que cultiva la tierra sabe, que es mejor diversificar las plantas sembradas para que si llegan plagas numerosas no acaben con toda la cosecha. De tal manera que dependiendo de la región en donde vivimos, la gente ha aprendido a vivir con los eventos extremos que no suceden frecuentemente. Sin embargo, en épocas recientes han ocurrido tres fenómenos importantes que han cambiado esta relación entre la sociedad y la naturaleza. 

Por un lado la tasa acelerada de crecimiento poblacional ha implicado que las concentraciones humanas sean cada vez mayores y que por lo tanto la gente apiñada en los centros urbanos, comience a vivir en zonas poco aptas para el desarrollo de pueblos y ciudades, como los cauces de los ríos o en las faldas de montañas deforestadas. 

Además, dado el movimiento de la gente alrededor del globo terráqueo, mucho del conocimiento tradicional sobre el comportamiento del clima y la naturaleza, en cada lugar se ha perdido; la gente ya no reacciona de la misma manera ante las señales de la naturaleza como antaño porque no las reconocen, y por ejemplo se asientan muy cerca de la línea de costa pensando que el agua no llegará hasta ahí porque no lo ha hecho en épocas recientes. 

Por último, las actividades antropogénicas están influyendo fuertemente en el clima planetario. La utilización de combustibles fósiles y el cambio de uso de suelo han implicado la emisión de cantidades gigantescas de bióxido de carbono a la atmósfera, lo cual incide directamente sobre el calentamiento de la atmósfera.

El calentamiento global y los súper huracanes

Hasta aquí es una historia bastante repetida y conocida, sin embargo, este calentamiento global además está influyendo en la frecuencia e intensidad de eventos climáticos extremos. En particular la magnitud de los huracanes está relacionada con la temperatura superficial del océano, entre mayor es la temperatura más energía acumula un huracán y por lo tanto se presenta con una mayor fuerza y causa mayores percances en tierra. De tal manera que las temperaturas extremas que se han registrado recientemente, están íntimamente relacionadas con la aparición de huracanes sin precedentes, particularmente en la costa del Pacífico mexicano. De hecho Knutson y colaboradores (2015) en una investigación reciente predicen que para la costa de Jalisco la frecuencia de huracanes de categorías altas (4 y 5) será mucho mayor. 

Huracanes en el Pacífico mexicano

Las costas del Pacífico de México son mundialmente conocidas por sus playas de arena dorada, mar azul intenso y por su comida deliciosa. Cada año durante el verano, también son famosas por la incidencia de fenómenos climáticos extremos, que van desde depresiones tropicales que traen consigo mucha lluvia hasta huracanes devastadores que arrasan con poblaciones enteras. 

En los último 5 años se han registrado 2 huracanes de gran magnitud en una región acotada de la Costa de Jalisco, primero Jova de categoría 3 en 2011 y más recientemente Patricia de categoría 5 (la más alta en la escala de Saffir-Simpson). El 23 de octubre del año pasado (2015) impactó el huracán más poderoso registrado para la zona, el huracán Patricia. Dicho huracán trajo consigo vientos fuertísimos de hasta 270 km/h por lo que dejó estragos en la región de Chamela en Jalisco. Dado que el huracán Patricia impactó una zona con baja densidad poblacional y pronto se topó con la sierra Madre Occidental que lo llevó a perder fuerza rápidamente, no se registraron decesos humanos, pero muchos poblados quedaron sin techos y la vegetación quedó muy afectada. 

¿Cómo sobrevive la vegetación a estos eventos climáticos extremos?

La vegetación característica del Pacífico mexicano corresponde a bosques tropicales caducifolios, bosques que permanecen verdes y frondosos durante la época de lluvias y que pierden el follaje en la época seca. Las especies de plantas que viven en estos bosques se caracterizan por tener gran capacidad de rebrote, es decir que si pierden una rama pueden renovarla en la siguiente temporada de lluvias. 

Esta característica se ha relacionado con la capacidad de recuperarse tras una perturbación como la ocasionada por los huracanes, de tal manera que, aunque los vientos huracanados arranquen parte de la copa de los árboles estos sobreviven, de hecho, tan solo un par de semanas después del paso del huracán Patricia por la costa de Jalisco, la vegetación presentaba muchos árboles tirados, pero se veía verde nuevamente. 

Sin embargo, la capacidad de rebrote no es infinita, las plantas utilizan los recursos almacenados previamente para producir los nuevos tejidos, pero si la perturbación es recurrente, es decir si cada año hay uno o más de un huracán fuerte, las plantas pueden agotar sus reservas y ya no ser capaces de compensar. 

De tal manera que a pesar de que la vegetación de la costa está adaptada a resistir los embates de los huracanes, si la frecuencia aumenta como está predicho, es probable que no todas las especies que viven en esos bosques puedan sobrevivir y que la maravillosa diversidad que existía en la costa, se vea reducida a las especies con mayor capacidad de rebrote. Así, las consecuencias del modo de vida humano contemporáneo se hacen evidentes en el cambio de los patrones de incidencia de huracanes y el efecto de éstos sobre las poblaciones de la costa y de la vegetación natural no son muy alentadores.

Ek del Val de Gortari es profesora e investigadora del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la Universidad Nacional Autónoma de México, Campus Morelia.